Crítica: Crudo - Raw



En el año 2011, Julie Gayet, una de las coproductoras del debut en la pantalla grande de Julia Ducournau, protagonizó una mas que interesante distopía titulada ‘Carré Blanc’. La cinta dirigida por Jean-Baptiste Leonetti y que en España solo se pudo ver en ciertos festivales, narraba la deshumanización total de la sociedad donde los sentimientos eran relegados a un segundo plano y donde solo quién juega bien asciende alto y rápido. El suicidio, la manera elegida por la madre del protagonista para ‘ayudar’ a su hijo a sobrevivir, hará que prenda el odio dentro de él y que así sea más difícil que se deje dominar. Su mujer, interpretada por Gayet, intentará hacer que este vuelva a ser quién era, a recuperar aquello que lo hace humano.


Es cierto que la cinta de Leonetti se aleja de lo mostrado por Ducournau en su película, en ‘Crudo’ (‘Raw’) no estamos ante una sociedad distópica pero si que nos encontramos en estas ciertas ideas, ciertos elementos mas allá del nombre de Gayet en los títulos de crédito que nos lleva a trazar ciertos paralelismos entre ambas. Uno de estos elementos es esa extraña atmósfera que envuelve tanto al colegio mayor en el que se hospeda Juliette como al reformatorio en el que están Phillipe y Marie. Estos dos lugares resultarán fundamentales en la evolución de los sentimientos de estos personajes, en un caso servirá para que la protagonista de ‘Crudo’ (‘Raw’) se libere de sus ataduras, deje de lado su apocopada personalidad y forma de ser y muestre una parte de si misma que ha estado oculta durante toda su vida, en el de ‘Carré Blanc’ para que Phillipe oculte sus sentimientos. Si Phillipe crea una coraza alrededor de él, la de Juliette se desarma a tal velocidad que ni ella misma es capaz de asimilar lo que le esta sucediendo. Resulta curioso que en ambos casos, los personajes acaben convirtiéndose en una especie de bestias. ‘Son unos monstruos. Somos unos monstruos. Lo acabarás viendo’.


En la misma edición del festival de cine fantástico de Sitges en la que se presentó ‘Crudo’ (‘Raw’) también se pudo ver ‘Der Nachmahr’, cinta dirigida por Achim Bornhak y que narraba el proceso de autodestrucción de una joven que tras una visión en una fiesta se encontraba con una extraña criatura en su habitación. A pesar de las buenas intenciones de la película de Bornhak (La idea de hacer que ese monstruo sea una representación de la depresión, el hastío y la incapacidad de encontrar su lugar en el mundo de la protagonista da para crear una gran historia) resultaba lastrada por un aburrido desarrollo carente de la fuerza necesaria como para conseguir captar la atención del espectador hasta el final de la película. Es inevitable hablar de la cinta de Bornhak a la hora de hacerlo de la de Ducorunau por mostrar la evolución de los sentimientos y la autodestrucción de dos jóvenes que de alguna manera se rebelan contra lo establecido.


El punto de inflexión de ambas protagonistas, Tina en el caso de ‘Der Nachmahr’ y Juliette en el de ‘Crudo’ (‘Raw’) comienza con una fiesta. En el primer caso porque Tina se obsesionará con una extraña visión que acabará con la aparición de un raro ser en su cuarto, en el de Juliette porque esta descubrirá un mundo totalmente ajeno a ella (En la cinta de Ducournau se recalca varias veces el exquisito comportamiento y expediente académico de la chica). Tanto las película de Bonrhak como la de Ducournau no solo comparten también la idea de profundizar en los sentimientos de las protagonistas y su forma de rebelarse si no también la composición de ciertas escenas, algo que llama poderosamente la atención. Sirva de ejemplo el momento en el que Tina descubre al monstruo en la cocina comiendo compulsivamente casi en la misma postura en la que el compañero de habitación de Juliette se encuentra con esta haciendo exactamente lo mismo. Notemos además que tanto Juliette como el monstruo necesitan comer, alimentarse. Por si esta idea no quedara suficientemente clara en 'Crudo' ('Raw') es reforzada con varias frases de la protagonista que recalcan esa necesidad y el vacío que siente constantemente.


En el año 2013, David Wnendt adaptó una novela de Charlotte Roche con el título de ‘Wetlands’, excesiva y notable película que ha sido calificada por muchos como una especie de Amelie con exceso de hormonas. De igual manera que ocurría con ‘Der Nachtmahr’, ‘Wetlands’ y ‘Crudo’ (‘Raw’) comparten varías ideas de las que es imposible no hablar. Otra vez volvemos a encontrarnos con una protagonista que lleva encima una gran carga emocional derivada de la relación con sus padres (La escena inicial de la cinta de Ducournau con la madre protestando por que su hija ha encontrado carne en su comida deja patente la relación existente. La separación de los padres de Helen y la imposibilidad de aceptar que estos ya no están juntos será uno de los pilares básicos de la neurosis que sufre esta) y otra vez nos encontramos con alguna escena que bien podría formar parte de una u otra película. Sirva de ejemplo la depilación de una de las protagonistas. Ducournau se aleja del humor que Wnendt usa en gran parte de las escenas de la película lo que sirve en el caso del director alemán para diluir la dureza de aquello de lo que está hablando (La depresión y la falta de un hogar y de cariño por parte de una joven) y dotar a su historia de un tono de cuento de hadas que puede llevar a mas de un espectador a interpretar de forma errónea el final de la película.


El tono elegido por Wnendt, la manera en la que Ben y Chris Blaine muestran las apariciones de Nina en ‘Nina Forever’ (La imposibilidad de pasar página, de aceptar y superar los momentos mas duros parecen quedar en un segundo plano en la cinta de los Blaine aun siendo lo mas importante de la misma), el abundante gore de ‘X is for XXL’ fragmento dirigido por Xavier Gens para ‘The abc’s of the death’ (De él que también nos acordamos al ver la cinta de Ducournau, gracias a esa chica asiática que dice a la protagonista que es lo que tiene que hacer para poder vomitar mejor), la truculencia de 'Thanatomorphose' de Éric Falardeau (La descomposición en vida de una joven cuyos sentimientos son ignorados por las dos personas que supuestamente la desean) o los apuntes de canibalismo de ‘Crudo’ (‘Raw’) pueden ser claros ejemplos de que la forma elegida por los directores para plasmar sus ideas en pantalla puede alejar al espectador de aquello que realmente quieren contarnos. Resulta alarmante la forma en la que se ha publicitado a la película de Ducournau recalcando que durante la proyección de esta película en el festival de Toronto se produjeron varios desmayos, que prensa especializada haya escrito comentarios como: ‘El filme gira en torno a una mujer vegetariana que, tras someterse a un ritual caníbal, comienza a sentir la imperante necesidad de saciar su hambre con carne humana’ (Fíjese el lector en las palabras: ‘ritual caníbal’) o que directores de renombre como Edgar Wright tuitee que esta es una cinta solo apta para cierto tipo de estómagos, lo que consigue que el espectador se acerque a esta película con una expectativas que no se van a cumplir (En la sesión en la que estuve yo, ciertos espectadores no paraban de preguntarse si iban a ser capaces de ver entera la película. Pasado la mitad del metraje no paraban de hablar debido a que ‘Crudo’ –‘Raw’- no ofrecía aquello que esperaban). Habría que plantearse dos preguntas acerca de la publicidad que rodea a esta película: La primera de ellas es si es justo vender una cinta como esta traicionándola de esta manera, rompiendo por completo con la idea que quiere transmitir la directora. La segunda es: Si ‘Crudo’ (‘Raw’) no se hubiera vendido así, ¿Habría tenido el mismo estreno en España o hubiera ido directamente al mercado doméstico?



En el siguiente párrafo se va a establecer una comparación con una película que puede llevar implícitos ciertos spoilers. Ni no deseas que algún detalle importante pueda ser revelado te recomendamos que saltes al siguiente párrafo. Pero hay otra película, una cinta pequeñita que pasó casi desapercibida con la que ‘Crudo’ (‘Raw’) posee ciertos paralelismos. Esa cinta dirigida por Jonas Alexander Arnby y titulada ‘Cuando despierta la bestia’ (‘When Animals dream’) narra la historia de Marie, una joven de dieciséis años cuya madre está postrada en una silla de ruedas por culpa de una extraña enfermedad de la que ella parece que empieza a tener síntomas. Marie tendrá que enfrentarse a su familia para intentar ser simplemente una chica más. El tono pausado de ambas cintas (La película de Arnby fue comparada con el ‘Déjame entrar’ –‘Lat den rätte komma in’- de Tomas Alfredson) y el peso de la familia hace que dos películas tan aparentemente diferentes como estas posean un núcleo común que parece hermanarlas.


Ciertas escenas rodadas por Ducournau parecen dejar claras las influencias de la directora a la hora de construir su película. Puede que la mas clara de ellas sea la de David Cronenberg, el maestro de la nueva carne que está presente en ‘Crudo’ (‘Raw’) no solo por el hecho del uso de la carne que hace Ducournau en su historia si no también por la manera en la que Juliette se queda mirando un accidente de tráfico con el que se encuentra, similar a la de Vaughan o James y Catherine Ballard en 'Crash' o esa desolada carretera donde comienza ‘Crudo’ (‘Raw’) que parece llevar directamente a la clínica Keloid. Otra de esas influencias parece ser la de Leos Carax. Aquí no veremos al personaje interpretado por Denis Lavant moviéndose en una cinta con un traje para capturar sus movimientos si no a un caballo cabalgando sobre una superficie similar. El momento en el que los jóvenes son manchados con sangre bien podría formar parte de alguna película de Tetsuya Nakashima, e incluso el cine comercial americano reciente parece estar presente en ‘Crudo’ (‘Raw’) debido a que el personaje interpretado por Ella Rumpf puede hacer que muchos se acuerden de Fairuza Balk y alguna de sus películas más famosas.


¿Quién eres? ¿Estás a gusto contigo misma? De la misma manera que en ‘Oh Boy’ de Jan Oler Gester, el encuentro entre Niko y ese anciano en un bar y la conversación que ambos mantienen da sentido a la película ('Con todos esos vidrios rotos, ya no podré ir en bicicleta'), el monólogo de la enfermera otorga a la historia una profundidad que puede pasar desapercibida en un primer momento por culpa de la manera en la que se ha publicitado esta película. El miedo, la rebelión a lo establecido, a la educación recibida, la incapacidad para expresar los sentimientos y la rabia contenida forman parte de la esencia de 'Crudo' ('Raw'). Desde ‘La soledad del perro guía’ solo podemos recomendar una cinta como esta que se beneficia del gran trabajo de su actriz protagonista (Absolutamente perfecta para el papel), advirtiendo al espectador que se acerque a ver esta película se olvide de la forma en la que se ha publicitado (El ‘What are you hungry for?’ tiene muchas mas lecturas de las que a priori podemos llegar a pensar), si no se hace así es muy probable que no se pueda disfrutar de la película de Ducournau de la manera en la que sería necesario. Muy recomendable.





Lo mejor: El trabajo de Garance Marillier. La manera en que la directora cierra la historia. 
Lo peor: Toda la publicidad alrededor de esta película puede acabar jugando en su contra.

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